LA ORACIÓN DEL MONJE
El
monje, por definición, es un hombre de oración, invoca a Dios en una oración
incesante y tiene en su corazón, de forma continua, la oración y la salmodia.
La vida monástica es una vida de
atención: queremos estar atentos a la ternura de Dios y que esta vida nos
empape para hacernos más y más a su imagen hasta convertirnos en ternura de
Dios para los demás.
¿Con qué elementos cuenta el monje en
ese movimiento hacia Dios? Todo le lleva, o debería llevarle, hacia Dios: la
oración, el trabajo, la vida de comunidad…
Pero es la oración sobre lo que
queremos hablar.
¿Cómo
ora el monje? El monje ora en el coro o en la celda, andando o
trabajando, solo o con los hermanos. La oración es un coloquio personal con el
Señor.
San Benito quiere que sus monjes sean hombres de oración y no dice todo sobre
la oración porque tiene la experiencia de que nos encontramos en el terreno del
Espíritu.
Un elemento esencial en la oración
monástica es la Biblia: Dios habla
al hombre con la Palabra y el hombre contesta a Dios sirviéndose de ella e
inspirándose en ella. Para hablar con Dios no tenemos más que leer, escuchar,
rumiar, meditar, repetir a Dios lo que él nos dice. Repetirle las palabras que
él nos sugiere, hacer nuestras las verdades que él nos enseña.
El monje tiene un contacto frecuente
con la Sagrada Escritura. En
nuestro monasterio de Santa María de Carbajal, dedicamos dos horas diarias a la
lectio divina: lectura de la Biblia, lectura apacible, reposada,
rumiada, saboreada. Más que de aprender mucho, se trata de estar leyendo, de
buscar un encuentro vivo y vivificante con la Palabra de Dios, de gozar de ese
contacto una vez hallado.
Si la Palabra de Dios es Jesucristo, la
lectio divina nos llevan al encuentro de Cristo, llegando a convertirse en un
verdadero paraíso espiritual
Hemos hablado de la lectio divina,
lectura orante de la Biblia. Pero la Palabra de Dios también está en la Liturgia de las Horas, oración de la
Iglesia, que los monjes, los presbíteros, consagrados y multitud de laicos
rezan.
En la Liturgia de las Horas, oramos con
Cristo al Padre. Oramos varias veces en el día: cuando aún no ha salido el sol,
por la mañana, al mediodía, por la tarde y al acostarnos. ¿Qué hacemos? La
Liturgia de las Horas tiene una característica primordial: santificar el tiempo
que es dedicarlo a Dios y al hombre, haciendo del tiempo cristiano un tiempo de
gracia y salvación. El monje ora, pero no lo hace individualmente; presta los
labios a toda la humanidad, palabras que, a su vez, Cristo presenta al Padre.
El elemento primordial de la Liturgia
de las Horas son los Salmos: oraciones bíblicas en encierran los sentimientos
más profundos del hombre y que llegan a Dios desde el orante en favor de todos
los hombres.
Concluyendo: La
Lectio divina y la Liturgia de las Horas constituyen la oración del monje
quien, seducido por Dios, sigue a Jesucristo en el monasterio. La
evidencia de Dios va invadiendo su vida y se convierte en el “blick” que
traspasa el suceder de cada día.
Sor Rosa Moreno OSB
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